¿Cómo influye el apego en nuestra forma de amar?
Desde que nacemos, la forma en que recibimos amor marca profundamente cómo nos relacionaremos en el futuro. Este primer lazo emocional se llama apego, y se forma a través de la relación que tenemos con nuestros padres o cuidadores.
¿Por qué es tan importante el vínculo emocional?
El apego no solo define cómo nos sentimos protegidos y amados en la infancia, también moldea cómo elegimos a nuestras parejas, cómo resolvemos conflictos y cómo criamos a nuestros hijos. A menudo no somos conscientes de cómo aprendimos a amar, pero ese aprendizaje se queda con nosotros para siempre.
¿Cómo aprendemos a amar?
Durante nuestros primeros años, dependemos totalmente de quienes nos cuidan. No solo necesitamos alimento y abrigo, también buscamos consuelo, cariño y seguridad emocional. Cuando esas necesidades se satisfacen de forma constante y amorosa, se forma un apego seguro. En cambio, si hay rechazo, ausencia o respuestas inconsistentes, se desarrolla un apego inseguro.
Apego seguro vs. apego inseguro
- Apego seguro: permite desarrollar confianza, autoestima y relaciones saludables.
- Apego inseguro: genera ansiedad, dependencia emocional o dificultad para establecer vínculos estables.
¿Cómo afecta esto nuestras relaciones adultas?
Las personas con apego seguro tienden a tener relaciones más estables, saben poner límites y eligen compañeros que les brindan seguridad emocional. En cambio, quienes crecieron con apego inseguro pueden conformarse con relaciones tóxicas, idealizar a su pareja o sentir ansiedad constante.
¿Y la dependencia emocional?
Sí, están conectados. Cuando en la infancia el amor se da a “cuentagotas”, aprendemos a esperar pequeñas dosis de afecto. Esa dinámica puede llevarnos a relaciones desequilibradas en la adultez, donde buscamos aprobación constante y aceptamos menos de lo que merecemos.
Comprender cómo se formó tu apego es el primer paso para amar mejor… empezando por ti.
